Dentro de los vinos de Córdoba más exportados y conocidos, destacamos el fino, un tipo de vino generoso que se encuentra en la D.O. Montilla-Moriles, la denominación de Córdoba, así como la del Marco de Jérez, ambas en Andalucía.
El fino es un vino de color oro pálido y que tiene un sabor muy aromático y, también, muy seco. Suele tener una graduación de unos 15 grados de alcohol, por lo que, es bastante fuertecito pero su sabor es delicioso.
A continuación vamos a hablarte sobre los finos de Córdoba para que conozcas mejor la tradición vinícola cordobesa.
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El fino de D.O. Montilla-Moriles
En Córdoba contamos con la denominación de origen Montilla-Moriles de donde salen la mayor parte de los vinos de la región. Entre ellos, destacamos el fino, un tipo de vino que suele tomarse muy frío y que se elabora con diferentes variedades de uvas como, por ejemplo, la de Pedro Ximénez o la Palomino.
El fino cordobés suele tomarse como aperitivo para poder acompañar platos o tapas como jamón, marisco, etcétera. Su sabor es seco y aromático, por lo que será perfecto para tomar a media tarde junto con un tapeo tradicional y sabroso.
Cómo se crea el vino fino
Se trata de un proceso de elaboración que es distinto al de otros vinos blancos. Para poder preparar fino es esencial que se obtenga el mosto pues es de aquí de donde partirá el fino.
El mosto aporta una graduación alcohólica que gira en torno a los 10 grados y, en cuanto está listo, se tienen que separar los sedimentos que se han ido formando durante la fermentación. Entonces, el vino se debe encabezar, es decir, se le añade alcohol vínico para conseguir la graduación normal del fino que se mueve entre los 15 y los 15.5 grados.
Aunque es cierto que en la zona Montilla-Moriles, debido al clima de la zona, la graduación ya parte de los 14 grados, por tanto, es habitual que se tenga que añadir una menor cantidad de alcohol para conseguir el fino que buscamos.
En cuanto el vino se encabeza, se pasa a botas de roble americano y es aquí cuando aparecerá el velo de flor, un tipo de fermento que surge de forma natural y que evitará que el vino se oxide. Esta fase se conoce con el nombre de “sobretablas” y permanecerá así durante uno o dos años.
Pasado este tiempo, se comprueba el estado del vino y se valorará si su aroma es suave y con un toque seco, con unas reminiscencias almendradas. Si es así, entonces se elegirá para hacer fino mediante el sistema de envejecimiento de soleras y criaderas.
Finos que destacan del resto
En España existen algunas variedades de finos que destacan por encima de los demás por el esfuerzo que los productores están haciendo a la hora de la elaboración de los mismos. Un claro ejemplo es el caso de Tío Pepe, bodega que envejece el vino durante 5 años, en lugar de 2.
DO Montilla-Moriles, la denominación cordobesa
Ahora que ya conocemos los finos de Córdoba es importante que nos detengamos brevemente en la DO Montilla-Moriles pues es de donde salen estos vinos. Se trata de una zona ubicada en el sur de Córdoba y cuenta con una superficie de cosechas de más de 10.000 hectáreas. Aquí encontraremos suelos calcáreos y un clima mediterráneo que consiguen que el vino tenga una textura y un cuerpo sin igual.
En Montilla-Moriles encontramos las condiciones óptimas para conseguir finos delicados y vinos muy singulares que tienen una graduación alcohólica elevada pero de forma natural, debido a la influencia del clima. Debido al calor del verano en Córdoba se consigue que la uva esté en su punto y con el azúcar justo para convertirse en graduación natural y de calidad.
Los vinos que se consiguen en Montilla-Moriles son los siguientes:
- Fino
- Amontillado
- Oloroso
- Cream
- Pedro Ximénez
- Blanco Joven
El vino que más predomina en la región es el blanco Pedro Ximénez ya que ocupa una porción de tierra superior al 80% de la superficie.
Todos los vinos de la DO de Córdoba se crían en botas de roble americano y siguen el sistema de criaderas o soleras que usan el “velo de flor”, una capa de levadura que aparece durante la fermentación y que evita que el vino se oxide.
